sábado, 20 de octubre de 2007

Reseña literaria




Recientemente se ha publicado la tercera y última novela de la trilogía de Javier Marias "Tu rostro mañana", se titula "Veneno y sombra y adios".




Me atrevo a recomendarlo vivamente aunque aún tengo menos de la cuarta parte de sus 700 y pico páginas leídas. Es un autor que se disfruta especialmente por su estilo narrativo, y donde el contenido de la historia, siendo interesante, es menos relevante. De lo leído por mí hasta ahora, nadie ha conseguido transmitirme tanto interés en sus larguísimas descripciones de hechos donde pequeños detalles se convierten en protagonistas de éstos. Eso y el trasfondo psicológico que envuelve a sus novelas, donde el narrador de la historia destaca especialmente sus dudas, sus emociones, sus vivencias internas, lo convierten actualmente en mi autor preferido.




Creo que ahora se vende también el pack de las 3 novelas con su estuche correspondiente por unos 40 euros. O sea, por lo que cuesta una noche de copas y sin dolor de cabeza al día siguiente.




martes, 16 de octubre de 2007

El insti


Mis tiempos de instituto tuvieron luces y sombras, en general fueron buenos tiempos, sobrados de pequeñas aventuras, algunos excesos y risas. Pero vistos con perspectiva, también creo que podrían haber sido más aprovechados y cambiaría algunas cosas. En el aprovechamiento no me refiero a nada especialmente espiritual, más bien material.


Y ahora rememoro en este post 3 historietas de esos tiempos. Todas ellas presididas por una gran frase que ayudó a que se me quedaran marcadas en la memoria.


* AMOR. "A tí por ser como tú quieres ser y no como los demás quieren que seas".


En 2º de BUP, en fecha tan señalada para bromas y puyas como el 14F, una compañera me entregó medio folio cuadriculado doblado en forma de carta y con mi nombre en portada junto a 2 corazones. Otra chica le había pedido que me lo entregara.


En aquella época yo era un tipo desaliñado (más), con unas greñas de asustar, y poco dado al trato con el sector femenino. A pesar de que obviamente las hormonas estaban en plena ebullición adolescente, las chicas eran más bien unos seres rarísimos y molestos para nuestras actividades. Supongo que en ello influiría la histórica dificultad de acceso carnal hacia las hembras vascas.


Pensé que se trataba de una broma más, pero indagando, indagando, con disimulado interés, y gracias a algún canje de información con la mediadora conseguí saber la identidad de mi admiradora, esa que escribió "A tí por ser como quieres ser y no como los demás quieren que seas. Te quiero (14-2-90)". Fue una forma dulcificada de llamarme raro, pero la ilusión que me hizo fue incontenible, tanta que aún guardo esa carta en la caja de los secretos que mantengo en casa paterna.


Para los curiosos que quieran saber cómo acabó la historia siento desanimarles, pero la historia acabó al modo vasco. Chico busca con la mirada a chica para ver si chica lo pone fácil para que chico dé el paso, chica que sonrie pero no da muchas más pistas, chico que no se decide a dar ese paso, etc, etc. En resumen, que llegamos a hablar. Y nada más.


* CONFLIZTO "O estás con ellos o estás con nosotros"


En mi paso por el instituto yo estaba en eso que llaman "el entorno", tengo que decir que de lejos y con una militancia muy muy poco comprometida. Colaboraba a veces con el sindicato estudiantil abertzale y mis compañías en la mayoría de los casos eran de ese mundillo. También aclararé que mi nivel de descerebramiento nunca fue demasiado elevado, afortunadamente.


Estando en un bar de los de la causa, con un compañero y varios de sus amigos, nos echaron de dicho bar, el pecado era que alguien de la cuadrilla de este compañero había entrado en la ertzaintza. Tras una ardua discusión en la que mi compañero trató de demostrar su pedigree, el expulsor zanjó la cuestión con un "O estás con ellos o estás con nosotros". Este que nos echó ahora está con sus "Nosotros" en alguna cárcel española.


* SEXO "Ahora somos uno sólo"


En esta época de instituto ejercí bastante como amigo escopeta. Pero el colmo en estas funciones vino cuando, en COU, celebramos el final de curso con una acampada junto a un pueblo en fiestas. 2 parejas y yo, con 2 tiendas de campaña.


A la mañanita, con bastante frío ambiental, llegó el momento de retirarnos a las tiendas. Una de las parejas se veía por primera vez tras todo el curso alejados, la otra se veían cada día pero eran especialmente fogosos.


Ante tal disyuntiva y tras alguna sugerencia (muy poco insistente por cierto, lo cual es de agradecer) de que podía estar un rato fuera de la tienda, la decisión me vino tomada. Mientras valoraba a cuál de las parejas joder (en el mal sentido de la palabra), una de las parejas ya había tomado la decisión por mí introduciéndose en la tienda y cerrando la cremallera a cal y canto. Así que me metí con los fogosos. No había alternativa, hacía bastante fresquito, llevaba ropa veraniega y sufría el destemple típico tras una noche de borrachera que se iba pasando.


Tuve el detalle de tomar la postura lateral, contra la pared de la tienda, ellos tuvieron el detalle de no dejarse importunar por mi presencia y procedieron. Resistí todas mis tentaciones voyeurs y permanecí quieto, en la misma postura, y por cierto moqueando continuamente, durante toda la ejecución. A medio metro de mí se escuchaban todos los sonidos propios del momento, pero el más conmovedor fue ese susurro de ella hacia él: "¿Te das cuenta?, ahora somos uno solo". En ese momento también resistí la tentación de girarme y presenciar ese instante de comunión.



sábado, 13 de octubre de 2007

¿Qué fue de...


... las yogurteras?. Un electrodoméstico que fue básico en todo hogar de finales de los años 80, y que realmente cumplía su función, la fabricación casera de unos yogures que sabían bien ricos y carecían de los conservantes de los de Danone, Eroski o Carrefour.


Mi evocación de la yogurtera que hubo en mi casa inevitablemente me trae el recuerdo de esos recipientes de cristal con su tapa plástica color yema de huevo, el sonido de la cucharilla golpeando el cristal (una marca comercial, creo recordar que La Lechera, aprovechó habilmente ese sonido en uno de sus anuncios de yogures, es ciertamente un sonido que abre el apetito), su sabor mucho más puro que el de los yogures comerciales...


Y sin embargo, desaparecieron. Ha habido electrodomésticos que han desaparecido o están en trance de ello pero encontraron su sustituto, ya nadie compraría un walk-man o un CD portátil, sino un MP3, 4, i-pod, etc. Pero la yogurtera no encontró sustituto, murió por sus propias fallas supongo y porque realmente no era un electrodoméstico pensado para los tiempos actuales, no se ganaba tiempo sino todo lo contrario. Además, creo recordar que su mayor ventaja, la ausencia de conservantes, era también su principal inconveniente, porque en seguida se ponían malos y asistí a muchos desperdicios de yogures prematuramente caducados.


Puede que ahora alguien matice mi mail diciendo que no están ni mucho menos desaparecidas, que aún en su casa tienen una yogurtera. Me alegraría mucho de ello pero me temo que no es precisamente el electrodoméstico de moda, no lo veo en los catálogos de Media Markt ni en sus estanterías. Ahora que la leche sube su precio a pasos agigantados y supongo que lo harán sus derivados, no sería quizás mal momento para su resurrección. Por cierto, en Carrefour han espabilado y ahora todas las cajeras tienen un papelito frente a sus ojos que dice "Ojo con la Leche. Los carros pasan vacíos". Pero normalmente no llegan a mirar en la parte inferior de los carros, por comentar. Que cara está la leche. Es la leche.

Así pues, vaya de mi parte un sentido homenaje a las yogurteras que formaron parte del paisaje de mi infancia.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Raro (dedicado a Raro)


Procedo a desplegar mi repertorio de rarezas, no se trata de hacer apología del rarismo, mucho menos del esnobismo, en este blog creado en origen contra dicho fenómeno. Se trata de exorcizar de alguna manera mis manías más extrañas, esas que a veces te hacen saber los demás cuando a uno le parecen lo más normal del mundo.


* Todas las noches, después de cenar, no me puede faltar un yogur, hasta aquí más o menos normal, lo extraño viene luego, cuando la última cucharada del yogur me lleva inmediatamente a comerme una rebanada de pan. Yogur + pan, una mezcla absurda seguramente.


* En los aviones, soy el único pasajero que atiende a las azafatas cuando explican por dónde tenemos que salir en caso de emergencia, incluso sigo con la mirada las trayectorias de salida indicadas, y cómo soplar el salvavidas. Lo que me parece más indignante es que a pesar de ser el único que les mira, las azafatas parecen ignorarme y miran hacia el infinito en vez de dedicarme a mí su explicación. La próxima vez no descarto llevarme un cuaderno y tomar apuntes o hacer alguna pregunta al final.


* Llevo pañuelo de tela para quitarme los mocos. Varios han sido quienes han dicho que parezco su padre al sacar el pañuelo y descargar mis fluídos nasales. Lo siento pero a mí los clinex (¿cómo se escribe clinex?), me parecen poco prácticos para mocosetes como yo. A la segunda descarga ya no hay por donde cogerlo y no es plan de hacer tal desperdicio de recursos tirando uno cada vez que me suene. Además, algo tendrá que ver con que los clínex me evocan la limpieza de otros fluídos.


* Me dejo todo lo máximo que puedo del desayuno preparado de la noche anterior. Ello podría denotar en mí que me rijo por el lema de "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy", etc. Nada más lejos de la realidad, pero el hecho de ganar 2 minutos de cama a las mañanas por encontrarme con el cazo en el fuego y la taza, el cola-cao, la cucharilla y demás complementos en la mesa, hace que compense el "esfuerzo" nocturno. Cada día dedico una pensada (palabra tomada de Txoripan) a cómo optimizar el tiempo dedicado a mis actividades mañaneras para poder levantarme un poco más tarde. He descartado no ducharme a las mañanas porque mi apariencia de zombi sería aún más marcada, pero he ganado tiempo dejando calentarse el agua mientras me cepillo los dientes...


* Cuando en un programa de televisión que me gusta, dan un avance de lo que me voy a encontrar en él (ejemplo: CQC, Callejeros,...), cambio inmediatamente de canal para no ver ese avance.


* Esta última tiene más de rito o superstición que de rareza, todos los 1 de Enero hago una especie de peregrinación hasta la estatua representativa de nuestro santo patrón provincial, la toco y vuelvo a la ciudad. No soy creyente, pero lo hice una vez, con una espantosa resaca y cierta melancolía por desamores juveniles nacidos esa misma noche, y desde entonces no falto a mi cita.


* Ah, y se me olvidaba mi gran rareza, esa que tanta gracia hizo a mis sobrinas al presenciarla. Siempre, siempre como el arroz/paella con cucharita pequeña. Es mucho más práctico.