martes, 27 de noviembre de 2007

Federiko durmiente


Me dispongo, tras este largo impasse, a escribir el post quizá más íntimo de los que hasta ahora he volcado en mi blog, en el que puedo estar más expuesto. Lo es porque en él me atrevo a dar cuenta de mis sueños recurrentes, aún a riesgo de que psicólogos aficionados, interpretadores de sueños, mediums y demás fauna, se sientan capaces de sacar conclusiones que siempre serán parciales y poco elaboradas. Con estas premisas, a la defensiva, me lanzo pues.


Siempre me ha interesado el mundo onírico, de hecho durante un tiempo estuve escribiendo todos los sueños que tenía y guardo celosamente unos 2 años de sueños en un cajón, lo hice cuando tenía mis 20-22 años. Su relectura, más de 10 años después, es toda una experiencia, en ocasiones desternillante (las más), en otras dura, pero siempre interesante y definitoria de esa época cuando se leen en su globalidad. En mis fantasías escritoras siempre pensé que si escribiera un libro basado en esos sueños hilados de alguna manera, me saldría un buen relato autobiográfico de esa época con un importante toque surrealista.


En el ranking de sueños recurrentes está probablemente en primer lugar ese sueño perturbador en el que voy en pijama por la calle (hay otra versión en la que voy en camiseta, desnudo de cintura para abajo), en principio bien contento de vestir tan distinto al resto de la gente, pero progresivamente cada vez más enfadado conmigo mismo por no haberme vestido de un modo más convencional, y tratando de esconderme de los demás cuando mi vergüenza es ya insuperable. Lo que más me llama la atención de este sueño es que la sucesión de sentimientos es siempre la misma: "la gente me mira pero a mí me da igual"-"qué cojones hago yo así vestido, haciendo el ridículo de esta manera".


Otro de esos sueños que se repiten con demasiada frecuencia es el clásico de volar, en mi caso no es un vuelo típico sino más bien la capacidad de andar en el aire. La curiosidad que va ligada a este sueño es que siempre me planteo sacarle un extraño provecho a esa habilidad, presentarme en una pista de atletismo y batir ampliamente el record de salto de longitud, tanto que podría andar por el aire de un extremo a otro del estadio.


Ya llegarán los originales, pero aquí va otro clásico. Mi padre, como otros muchos de su generación, sueña a menudo con que tiene que volver a hacer la mili. Pues en mi caso, mi trauma es que me avisan de la universidad, del instituto o incluso del colegio de EGB, de que se han dado cuenta de que hubo un error en mis calificaciones y que tengo que volver para superar alguna asignatura. Suele suceder además, que creyendo fácil superar esa asignatura años después, realmente me encuentro en serias dificultades para aprobar, por ejemplo, lenguaje de 3º de EGB.


En muchos sueños, me convierto en testigo de un suceso que sólo yo veo, casi siempre se trata de un avión al que estoy siguiendo con la mirada y de pronto lo veo caer en la lejanía, o de que estoy mirando a alguien asomado a una ventana y éste se cae o se lanza al vacío.


Este, por repetitividad, debería estar en el segundo puesto del ranking, se trata de sueños en los que estoy tremendamente apurado por llegar a tomar un tren o autobús y finalmente lo veo irse segundos antes de que yo llegue a la estación. Entiendo que este sueño es relativamente fácil de interpretar puesto que se ha hecho de la expresión "perder el tren" una frase cargada de significado, se ve que tengo cierta obsesión con los trenes perdidos. También hay otra versión del sueño en la que por mucha prisa que me dé no llego a algún acontecimiento importante para mí, y así, han sido varias las veces en que un 4 de agosto imaginario estaba fuera de mi ciudad y me dirigía allí con todo el tiempo del mundo para disfrutar del txupinazo anunciador de sus fiestas (un acontecimiento que, paleto de mí, no me he perdido nunca desde que tengo uso de razón), pero algún contratiempo en el camino me impedía llegar a tiempo y veía desde la lejanía los cohetes explotando.


Me podría extender mucho más en este tema, pero creo que estoy superando el tamaño aceptable de un post para mantener su atención así que habrá segunda parte, donde contaré algunos especialmente originales, inquietantes o divertidos. En cuanto a los repetitivos, salvando alguno especialmente macabro, aquellos en que una persona determinada (del sexo opuesto) se convierte en protagonista recurrente, y los de índole sexual, los cuales me reservo, creo que he hecho un repaso importante.


Felices sueños.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Paradojas de ir de pintxos por Donosti



La primera paradoja se observa en las dificultades que pone el ayuntamiento de Donosti a los visitantes de una ciudad que en buena parte vive de sus visitantes. Imposible encontrar un hueco en la calle donde dejar el coche de prestado durante 2 horas, ahora incluso se implantará la OTA durante domingos y festivos. Casi imposible hallar un hueco en los parkings céntricos, con el agravante de que recorrer el centro de parking completo a parking completo es una pesadísima experiencia en la que se recorre a metro por minuto, continuamente interrumpido por semáforos y dando con ñoñostiarras que se muestran muy poco ñoños cuando te quedas colgado interrumpiendo un cruce. Odón, hazte unos parkings en el extrarradio con su transporte público hacia el centro...


La segunda paradoja, también llamada "morir de éxito", consiste en que lo que en principio es una delicia se convierte en un suplicio debido precisamente a su éxito. Y es que, sin duda, ir de pintxos por lo viejo de Donosti es un placer considerable, muy devaluado en los últimos tiempos por el gentío que se congrega en las barras peleando por llamar la atención del camarero y hacerse un hueco hacia el objetivo pintxero. Stress.


Como tercera paradoja, la sorpresa de que en los bares de Donosti, los camareros tienen carácter andaluz, graciosetes, haciendo bromas, vacilando al personal, demostrando una paciencia infinita. Seguro que no se puede generalizar pero, en mi reciente experiencia, el 100% de los bares eran atendidos por camareros de ese perfil.


La cuarta paradoja es la de aquellos turistas "del estado" enrollados que ya que vienen a Donosti se traen el pañuelo palestino al cuello. Sepan que no está de moda, que el palestino sólo lo llevan los borrokas del vaya semanita y que lo que se lleva en el euskal mozo integrado es la ropa de monte de pies a cabeza aunque no se haya subido nunca ni el Urgull.


Y la quinta y última, en uno de los bares paraíso de la gastronomía en miniatura donostiarra, se dejaban ver de vez en cuando los sufridos cocineros cuando sacaban nuevas provisiones para el hambriento personal. Los cocineros eran chinos. Tócate los güebos.