jueves, 18 de diciembre de 2008

Ostegunak


Los jueves no son un día insulso, el dicho de "siempre estás en medio, como el jueves" ya no tiene tanto sentido puesto que, cada vez más, el jueves se convierte en una especie de inicio de fin de semana, formando ya parte de él, a pesar de ser laborable el día siguiente.


Como decía en el prólogo, el escritor citado sacó mucho jugo a sus farras de los jueves universitarios en esta ciudad, haciendo de ello un libro que gozó de cierto éxito. Yo también viví en el mismo sitio que él unas cuantas noches de jueves universitarios, pero no demasiadas, eran más habituales para los forasteros que dormían en residencias o pisos de alquiler/comunas.


El jueves ha tomado el apelativo de "día de bragas" y, como toda expresión, algo de realidad tiene. Desde luego, en esta ciudad tan difícil para el conocimiento carnal si exceptuamos Ese Bar, existe el mito de que los jueves son días menos difíciles y ese mito está encarnado en las giputxis, que deben de ser unas auténticas monjas en su Goierri durante el finde, pero unas lobas sedientas de sexo cuando pasan Etxegarate y se lee jueves en su calendario. Esas giputxis que "todos los jueves acaban con un tío en su cama, cuando no 2", esto se decía.


Yo no las caté, en mis farras de jueves durante mi época universitaria y soltería sólo hubo un amago de ligue, pobre balance, ciertamente. Especialmente divertidos y animados eran los jueves antes de vacaciones de Navidad, es decir, hoy, y el de la Korrika, cuyo paso siempre se hacía coincidir por la ciudad en jueves. A esas citas no solía fallar.


Una vez olvidada mi época universitaria (aunque ahora ha vuelto pero no en la misma intensidad), actualmente, me encantan los jueves como noches de farra. Obviamente, y dado que no tengo el privilegio, que algunos tienen, de poder teletrabajar los viernes de resaca, no me prodigo mucho en largas noches de jueves, pero alguna ha caído, a pesar de lo mal que se pasa cuando suena el despertador y te despiertas aún tocado, jurándote que no lo volverás a hacer.


Son noches en los que se ven caras diferentes, ambiente diferente, y en las que, el que sale, sale de fiesta, sin medias tintas. El clima local tampoco ayuda, pero esas noches de jueves de primavera generosa y comienzos de veranito son especialmente peligrosas cuando se comienza a trasegar birra, birra que siempre diré que sabe especialmente bien los jueves. Yo creo que, a partir del viernes, ponen el barril de cerveza mala.


Otra vivencia personal de mis jueves es que casi siempre coincide con una visita al lugar donde ahora estoy, la casa de mis padres. La razón es que los viernes (no nos adelantemos) siempre como en el trabajo y me como un mega-bocadillo de tortilla de patata hecha por mi madre, posiblemente la mejor tortilla de patata del mundo. Y aquí me vengo a recogerlo, aprovechando casi siempre además para navegar un poco por esta red, revisar los mails, los blogs, etc. Seguro que, si hago una estadística, me sale un alto porcentaje de posts escritos los jueves.


Tortilla de patata, un manjar, mi comida preferida sin lugar a dudas. Sencilla a la par que resultona. Entre mis rarezas, a muchos extraña, con razón, que, prácticamente el 95% de mis noches viviendo en casa de mis padres, he cenado tortilla de patata. Y no me canso. Ahora ya no, supongo que por tener que hacérmelas yo y por sentido común, por aquello de no abusar del güebo. Tras unos años de experiencia, tengo que decir que también me encantan mis tortillas de patata, son totalmente distintas a las de mi madre, en sabor, en textura, en casi todo, a pesar de que intento imitar su proceso con todo detalle, pero también excelentes, modestia aparte.


Pensando en qué otras particularidades tienen los jueves, aparte de ser día de mercado, me viene a la memoria las retransmisiones del sorteo de la lotería primitiva en la tele, con Teresa Viejo. Sorteos que eran seguidos con interés en mi casa. Y recuerdo que tuve noticias de una broma que hicieron a alguien y que me pareció cojonuda aunque un tanto pesada. Unos amigos grabaron un sorteo de la primitiva en vídeo y el jueves siguiente lo emitieron haciéndolo coincidir en hora con la retransmisión del día, que veía toda la cuadrilla junta, y sin que se percatara el incauto en cuestión de que era una grabación lo que veían. Previamente, habían hecho una primitiva con los números que habían salido en el sorteo de esa semana anterior y se habían juntado en una casa con el convencimiento entusiasta y contagioso de los bromistas acerca de que les iba a tocar. El resultado, como podéis imaginar, es que parecían salir los números de su boleto, uno a uno, hasta completar los 6, con gran algarabía del personal, algarabía fingida por todos menos por uno. Muy cruel.


Los jueves de los últimos años también los tengo asociados, televisamente, a Vaya Semanita, un programa de humor que resultó rompedor durante sus primeras temporadas y que, como ocurre a menudo, perdió chispa posteriormente. Tocar esos temas tabú en este país/comunidad autónoma/región en la que no nos ponemos de acuerdo ni en su nombre (Euskal Herria?, Euskadi?, País Vasco?, Vascongadas? - Toque de actualidad dedicado a EHHQR, que sé que le gustan estas cosas), con ese punto de humor tan fresco fue algo increíblemente liberador. Cierto es que, en sus inicios gloriosos, al programa le tocó vivir en una época dulce donde ciertos gags hacían gracia porque se veían como algo del pasado. Ahora, algunos de ellos no tendrían ni puta gracia, por ejemplo recuerdo uno de un encapuchado y un socialista con sus gafitas y chaqueta de pana paseando juntos por una playa de la mano, corriendo a abrazarse, jugando en la arena, acaramelados...


De la revista El Jueves no hablaré, porque sale los miércoles. Y además no me gusta. Dicho queda.


Y lo mejor del jueves, que mañana YA es viernes. Pero eso será otro día.


Astea (prólogo)

Ante mi ausencia de inspiración, que es tal que me ha costado 15 segundos dar con la palabra "inspiración", doy comienzo aquí a un serial, que me ayudará a tener material para 7 posts, por lo menos.

Un escritor vasco, Jon Arretxe, comenzó su carrera literaria de éxito, teniendo en cuenta lo limitado que puede ser el éxito de un escritor en euskera, con un libro titulado "Ostegunak" ("Los jueves"), en él narraba diversas aventuras, se supone que ciertas, vividas en primera persona durante varias noches de jueves de su época universitaria en V-G. Tras este moderado éxito y aprovechando el tirón escribió también "Ostiralak" y "Larunbatak" ("Los viernes" y "Los sábados").

Y ahí se quedó, en los sábados, yo voy a comenzar también por los Jueves, pero tengo intención de acabar la semana, hasta el Miércoles. Supongo que habrá días de la semana muy insulsos, esos de entre semana, de los que me cueste escribir algo, pero se intentará.

Sirva este post de prólogo a dicho experimento narrativo. Que os guste.