jueves, 8 de julio de 2010

30 millones de gilipollas

Sin ánimo de ofender. Este era el título de una obra de teatro pergeñada por el entorno del TMEO, cuya sinopsis consistía en una hipotética, y por entonces improbable, final del Mundial de fútbol que enfrentaba a España y Brasil, durante la cual, al estar toda esa gente viendo el partido, una serie de personajes cometían diversas tropelías en las vacías calles de una ciudad.

Entonces la hipótesis resultaba cómica por sí misma pero vaya por dónde que ha llegado, en lugar de contra los amarillos contra los naranjas y así, este domingo a eso de las 20:30, una cifra aproximada a esos 30 millones, entre los que habrá una determinada proporción de gilipollas, estarán pegados a sus televisores en hogares, bares y pantallas gigantes.

Y yo seré uno de esos 30 millones, sin duda. Desapasionadamente, debo decir, pero ahí estaré. Si juegan como ayer, la roja merece ganar. Sólo espero que el subidón de la victoria, por la que apostaría, no haga olvidar los pequeños problemillas que acucian el país, las leyes-bomba que nos han impuesto, las millonadas que se llevarán como plus esos humildes trabajadores cuya principal motivación debería ser simplemente dar ese alegrón a los 30 millones citados, etc.

Qué lo disfrutéis los que lo disfrutéis.

domingo, 4 de julio de 2010

El ansia viva

Una mala tarde la tiene cualquiera. Me dejé arrastrar por ella, por el ansia viva. Hacía mucho tiempo que no comía en un buffet libre. El buffet libre era, además, un restaurante chino. Dos conceptos peligrosos por sí sólos para los estómagos, unidos pueden ser fatales.

Seguí el patrón irracional del que debería haber huído: comí vorazmente y velozmente como si los víveres se fueran a agotar y de ello dependiera mi vida. Vigilante de reojo, todos esos que tapaban mi visión de las bandejas en la zona central, armados con espumaderas y cazos, eran mis contrincantes.

De primero, ensalada, no una ensalada ligerita, no. Vamos a echar un poco de todo, hasta lo que no se puede identificar por la vista ni por el gusto, plato rebosante, ansioso por comer, vigilando las bandejas. Tiempo.

Nueva salida a por papeo, una selección de fritangas exquisitamente elegida acompañada de tallarines 3 ó 4 delicias. Ñam, ñam, grunf, grunf. También cortezas de esas de los chinos, a veces confundidas con relleno de embalajes.

No me voy a quedar así, que para eso es "gratis", un tercero como hay dios. Carnaza, bolas de cerdo, alas de pollo, todo bien regado de una salsa agridulce que ya había hecho aparición en los platos anteriores, arf, arf, burz, burz. Y patatas barbacoa acompañadas de bolitas de patata, para que pase mejor.

Postre: es que apetec todo, unos trocitos de tarta de queso helada y un yogur. Para desengrasar.

Y qué tarde más buena pasé, oyes. Cinturón desabrochado, hinchazón de barriga hasta límites insospechados. Gracias Imonogas.

Señores de los Fu-li-tus, Dragones Rojos, Grandes Murallas, Palacios Orientales, etc., no me dejaré ver por sus locales en unos meses, tampoco quiero ver a sus motoristas rondando por mi portal.

PD: La foto corresponde a la entrada del restaurante en cuestión. Piénsenlo antes de entrar, no acepten el reto de los guerreros de la entrada, ganan siempre.