sábado, 26 de junio de 2010

Criaturita (y III)


Al final voy a acabar escribiendo una biografía y no es mi intención, aunque la EGB también dio para mucho y no descarto hacer otro serial dedicado a esos años.


Por acabar con mi etapa parvularia añado mi 1º de EGB puesto que lo tengo así como separado al haber estudiado ese curso en otro centro distinto a la guarde y al colegio, un prefabricado del barrio, éramos la generación del baby boom y era un barrio repleto de niños, muchos de ellos de familias extremeñas, andaluzas, etc. Por ello, tuvieron que habilitar una estructura prefabricada para meternos a nosotros.


Y en 1º de EGB apareció la primera que me hizo sombra, ya no era el más listo de la clase, o al menos, no tan destacado. Arantxa G., la chica morena de flequillo modelo Cleopatra, luego llamado "euskal flekillo" también asombraba por su inteligencia. Ello no nos distanció y debo decir que 30 años después todavía tengo cierta relación con ella, más heredada de la época del instituto ciertamente.


Arantxa superaba mis notas, debido a que yo rompía mi media con la puta Educación Física, el no tener gafas me salvaba de ser el típico empollón gafoso y torpe. Ella era más elástica y más hábil, me temo.


De ese 1º de EGB tengo otros dos recuerdos, ya entremezclados con la política convulsa de esos años y este país. Uno fue una protesta contra no se qué salvaje atentado en la que a una hora prefijada todo el mundo debía salir a la calle y permanecer quieto y en silencio. Sonaron campanas y alguna sirena y recuerdo a mi madre con los brazos cruzados en la acera, volviendo del cole, y muchos conductores que paraban su coche y salían fuera de él a ponerse en esa misma postura, que debe de ser la que muestra firmeza.


Otro fue un bienvenido mistermarshall, los borbones visitaron Euskadi ese año 81, visita recordada por la imagen de los batasunnis entonando el eusko gudariak en Gernika, interrumpiendo su discurso. Se suponía que debían pasar por delante de nuestro colegio camino de un restaurante de postín. Allí salimos todo el colegio a decirles adios con la manita y una 30 años más joven Sofía me saludó a su estilo desde el coche oficial. En la calle había gente que les increpaba y otros aplaudiendo. División de opiniones.


De esa época también recuerdo la pintada de "ETA (m) os desea Feliz Navidad".


El colegio provisional estaba enfrente del paso de peatones más peligroso de todo V-G, el que engrosaba las estadísticas de atropellos y eso hacía que fueran especialmente pesadas las madres con las precauciones que debíamos tomar, éstas se limitaban a cruzar siempre de su mano. En ese paso de cebra, un autobús urbano tuvo un accidente que provocó que se quedara apoyado en el morro y con la parte de atrás elevada. No sé cómo acabaría así, pero así lo vimos desde el patio, que ante esos acontecimientos nos dejaban salir de clase a ver el espectáculo.


Volviendo a 2º de parvulitos, ahí formé mi primera banda, teníamos nombre pero no lo recuerdo, y nos distinguíamos por ponernos la bata a modo de capa de superman. Surgieron imitadores pero no aceptábamos a cualquiera. Era la época en la que, para ver las grandes películas que veíamos todos los baby boomers, debíamos hacer una cola que podía dar la vuelta a la manzana. Las de Superman eran unas de ellas y seguramente fue el superheroe que más nos marcó.


Ese año 81 fue el Tejerazo, coincidente en el tiempo con mi 1º de EGB, 15 días después de que la Sofi me saludara, supongo que Juancar iba junto a ella pero no le ví. Mi madre planchaba, mi padre pegado a la radio, me gustaría presumir diciendo que hicieron las maletas o se escondieron en un bunker, pero no, aunque rojillos no eran tan militantes mis padres. Pero sí recuerdo esa sensación de preocupación en ellos, en contraste con mi pasotismo mientras jugaba. "Hay un golpe de estado", "¿y eso qué es?". Y así comenzó mi transición hacia la EGB, otra vida, otra historia.

sábado, 19 de junio de 2010

1922-2010


Gran escritor, mejor persona.

sábado, 12 de junio de 2010

Criaturita (II)


Empezaré con un episodio que provocará vergüenza ajena en vuestro caso y propia en el mío.


Fue en 2º de parvulitos, ya me habían trasladado a una guardería del barrio donde vivíamos y eso hizo que coincidiera en clase con alguno de los niños con los que jugaba en el descampado de debajo de casa, que más tarde se convirtió en parque. De hecho, fue ver a Oscar A. en la puerta y dejar de llorar para entrar encantado en la guarde.


Un día, en el aula, sentados en esas mesas hexagonales en la que estábamos en grupos de 6, valga la redundancia, la profesora preguntó si alguien sabía un chiste. Yo no sabía o no recordaba ninguno pero, haciendo alarde de un afán de protagonismo que luego perdí, dije que sí, que yo sabía uno.


Me puse en pie y con la mente trabajando a mil revoluciones por minuto improvisé un chiste: Pues esto era Jaimito que un día le pregunta la señorita: "Jaimito, ¿has desayunado bien hoy?", y Jaimito contesta "sí, he desayunado mucho", la señorita le pregunta "a ver, ¿qué has desayunado?" y Jaimito: "Pues me he comido un bollo con una taza de leche", "¿y la taza también?" pregunta la señorita, "sí, la taza también", contesta Jaimito. FIN. Ya, ni puta gracia tiene, pero como chiste improvisado de un niño de 5 años no está mal. Y bien curioso es que me acuerde perfectamente de ello y de la cara de la profesora cuando dijo que me lo acababa de inventar.


Fue al propio Oscar A. a quien quisimos ver el culo. Fue al baño (o le llevaron, no tengo muy claro si a esa edad íbamos a hacer aguas sólos o acompañados) y un grupo de intrépidos que yo comandaba salió en misión peligrosa, verle el culo, ese era el gran objetivo. A esa edad no estamos del todo definidos, parece ser, en cuanto a la atracción hacia los culos de un determinado género. Nos gustaba el culo como concepto. La misión resultó frustrada ante la aparición de una profesora.


Pero pronto me definí, me enamoré por primera vez, María Angeles M., que no me correspondía demasiado, aunque creo que hubo un beso mejillero y que nos casaron en el recreo.


Es curioso como, al ponerme en situación, me asaltan los recuerdos, como cuando estaban echando cemento en el suelo del porche y yo tuve la osadía de, delante del cementador, pisar para dejar mi huella. Creo que fue la primera vez que me pegaba un adulto, al margen de mis padres, y eso me marcó.


También recuerdo que había viejos que nos daban conversación al otro lado de la verja verde, afortunadamente no recuerdo que nos enseñaran ninguno de sus órganos o que nos tomaran la mano hacia su entrepierna, pero es inquietante acordarse ahora de eso, yo si veo ahora a viejos hablando con niños de una guardería me pongo en lo peor.


Y los grandes partidos de fútbol en los que una de las porterías era una verja de unos 30 metros y la que defendíamos nosotros una pared de ladrillos de unos 2 metros. Una vez ganamos por 37 a 1.


Regresando a 1º de parvulitos, a San Mateo, recuerdo cuando, a media mañana o a media tarde, no sé si teníamos jornada intensiva o partida, nos bajaban las persianas y nos instigaban a dormir echando una cabezada en la mesa. Yo nunca dormía, siempre he tenido dificultad para la siesta, en general para dormir a deshoras, dormir en autobuses, aviones, etc., así que yo hacía que dormía, con un ojillo entreabierto y anhelando que se acabara la siesta para dejar de disimular. Nunca les conté que yo no podía dormir, por no quedar como un raro.


En cambio, no tuve empacho en contar a mis compañeros que "yo un día me morí", es ese verbo que es imposible de conjugar de esta manera, primera persona del singular del pretérito perfecto del verbo morir, salvo expresiones como "me morí de gusto" o similares. Pues yo lo conjugué y les dije que luego me curaron con un algodón. Se lo tragaron y me imagino la escena, ya en casa hablando con sus padres, "pues hoy Federiko nos ha contado que un día se murió y que le curaron con algodón", y los padres, "mira, eso es imposible, será muy listo el niño repelente ese, sabrá escribir la erre, pero es un mentirosillo".