miércoles, 24 de septiembre de 2008

La eterna espiral


Cierto complejo colectivo/nacional obliga a empezar el post diciendo que no soy de esos, que aborrezco de la práctica de la violencia contra las personas.


Dicho ésto, invito a la reflexión sobre las causas. Cuando hablo de causas, no hablo de razones, porque no las hay en casi ningún caso, entiéndase a modo de ejemplo que cuando se dice que alguien mató a su esposa por celos, no se le da la razón al asesino, sólo se explica por qué lo hizo.


El caso es que estamos asistiendo a una durísima ola de violencia por parte de ETA, que creo que tendrá continuidad, in crescendo si cabe. En las semanas anteriores se sumaron varias sentencias "judiciales": prohibición del Tribunal Constitucional a la consulta que promovió la mayoría del Parlamento Vasco, ilegalizaciones y encarcelamientos para organizaciones políticas como EHAK, Gestoras pro Amnistia/Askatasuna o ANV.


El mensaje parece claro, el Gobierno español impide la lucha política por la autodeterminación del pueblo vasco. Ya creo que pocos creerán que se trata de una decisión particular del poder judicial, teóricamente independiente del poder ejecutivo y legislativo... Se me puede decir que no, que existen partidos políticos como el PNV, EA, Aralar ó incluso la Izquierda Unida de acá, que abogan por la autodeterminación y ahí están, ostentando el poder autonómico incluso. Pero hay que pensar que se trata de partidos (mayoritarios en Euskadi) cuyo leit-motiv es precisamente ese, la autodeterminación del pueblo vasco, una aspiración que nunca alcanzarán porque un poder superior impuesto, en este caso el Gobierno español, lo impide con varios artículos de la Constitución.


Es evidente que en este país existe una cantidad importante de gente cuyo sentimiento nacional es muy fuerte y que, no conformes con el estatus actual, luchan para que el pueblo vasco pueda ejercer el derecho a tomar su propia decisión, sin intromisiones externas, sobre su relación con el Estado español (hay quien dice que también con el francés). Dentro de ese sector hay además quienes creen que, vistas las trabas que se pone a la lucha política en este sentido, es legítimo el uso de la violencia, como teórica "defensa propia", pero que se limitan a luchar políticamente (no me vale el "Batasuna es ETA", porque no habría cárceles para meter a todos esos terroristas). Toda esa energía, con una importante y peligrosa carga de mala hostia y odio añadida, creo que está mejor canalizada en organizaciones como las ilegalizadas recientemente. Porque, ahora, ¿qué les queda a esta gente?, ¿se les va a intentar quitar esa idea loca de sus cabezas?, 150.000 personas sin voz, no se quedarán callados, y hablarán a gritos, valga la metáfora.


Por eso, no soy partidario de las ilegalizaciones de organizaciones políticas, a pesar de la repugnancia que puedan provocar sus actitudes, como es el caso, o sus ideas. Me parece un error. Evidencias como el dato de que el partido Euskal Herritarrok (uno de los nombres que ha tomado en los últimos años la izquierda abertzale) , en plena tregua y con un discurso mucho más amable consiguió 225.000 votos, bajando sólo 3 años después, con el discurso duro y asesinatos de por medio, a 142.000 votos, hacen mucho bien a la reflexión, incluso de los más irreflexivos, y son más útiles para la causa, la verdadera causa, hacer ver a esa gente que ninguna idea es suficientemente importante como para matar por ella.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Un mirón en Madrí (y III)


Otra cosa que me sorprendió negativamente es el acoso de los (supongo) voluntarios de diversas ONGs en los alrededores del FNAC, que acostumbro siempre a visitar en mis estancias en Madrid. Me parece muy curiosa su salita de lectura, siempre llena de gente leyendo gratis, habrá quien se acabe ahí libros. A lo que iba, que no me parece bien que gente identificada con los logos de Greenpeace, Adena y otros, asalten a los viandantes en plena calle, buscando sus firmas o sus inscripciones, utilizando métodos que están ya contaminados por el mal uso que hacen otros colectivos/jetas. Una mesita a la que te acercas si te interesa me parecería menos violento y más amable, sin duda, tratándose de lo que se trata.


Además, utilizan técnicas de marketing, más usuales en negocios lucrativos, que quedan raras en este campo, por ejemplo, lo de despedir con 2 besos al medio convencido. Yo anduve en zig-zag, intentando evitar a los/as acosadores/as, pero no pude evitar tener que decir, con mi mejor sonrisa, que no me interesaba, a un par de ellos.


Disfruté mucho de mi visita al museo de El Prado, le dediqué 5 horas, que hicieron mella en mi riñonada, un tanto maltrecha ya por el sofá cama donde dormía en casa de mi hermana. Pero, aún así, fue una gozada la contemplación de todos esos cuadros en su grandiosidad, física en algunos casos y artística en todos. Sólo un pero, las ensaladas del buffet libre del restaurante del museo son deleznables.


En el Prado ví, por segunda vez en mi estancia en Madrí, a una tipa con los lóbulos de la oreja agujereados y agrandados, al estilo africano, con una pieza de madera en su interior. Era de aspecto nórdica/teutona; el primero que ví en la ciudad, en este caso un chico, también parecía de la misma procedencia. Llámenme paleto, pero no conocía de esta moda, que quizás llegue también a estas tierras en breve.


Por la tarde-noche, Api y La Negra tuvieron a bien sacarme de cañas y tapeo por La Latina, en apenas media hora de sentada en una terrazita se incrementó la lista de famosetes. Resumiendo, de esta estancia en Madrí, me llevo el encuentro con Carme Chacón, Jose Luis Cuerda, los de Cuéntame, Simancas (aquel elemento del PSM), Julio Médem, una pelirroja de "Los hombres de Paco" (?) y, aunque se me escapó lamentablemente, Verónica Sánchez, la de los Serrano que hace un montón de capítulos que ya no aparece en la serie, pero seguirá siendo la de los Serrano.


Podría parecer que destaco más aspectos negativos de Madrid que positivos, cierto es. Por supuesto, tiene pros, uno de ellos, que se pueda salir un miércoles de marcha. También hay calles que pueden hacerte olvidar el caos de la gran ciudad, una de ellas es la calle Huertas, de gran encanto, a pesar de que también está infestada de ojos que todo lo ven.


Para finalizar, el viaje de vuelta en autobús se me hizo un tanto duro, es en estos momentos donde no se puede escapar de los abusones del teléfono móvil, esos que cada 10 minutos tienen que llamar para decir que están en Lerma, en Pancorbo, en Miranda, entrando a la ciudad, viendo ya al que espera, y, entre tanto, responder a otras tantas llamadas para decir lo mismo. Qué horror.


Y una manía personal, no me gusta nada la fórmula de despedida "Chao", me parece pija, insufrible, no tanto como "Hasta lueguito", pero casi. Lo digo porque solía ir unido el abuso del móvil y el "Chao".


Fin de mi crónica de mi estancia en Madrid. Chao.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Un mirón en Madrí (II)


Seguí mi periplo Castellana arriba o abajo según se mire, hasta llegar a rodear el santuario blanco, el Bernabeú. Escandaliceme (¿para qué escribiré cultismos si luego no sé dónde acentuarlos?) un poco al comprobar que entrar al museo del Prado cuesta 6 euros y visitar el Santiago Bernabeu cuesta 15 euros. La comparación cae por su propio peso. Luego aplaqué mi indignación al pensar que realmente está muy bien que la cultura sea más accesible que visitar un estadio de fútbol, capricho puro.


Luego volví al cogollito madrileño por calles paralelas, fui buscando la calle Claudio Coello, para visitar la calle donde Carrero voló, voló. Temía no encontrar el lugar exacto a pesar de las referencias visuales proporcionadas por alguna película o Cuéntame, pero reconocí al instante el edificio sobre el que hizo salto de altura el coche. Además una placa que dice que allí rindió su último servicio a la patria señala el lugar. Macabro turismo el mío, quizás, pero me hacía ilusión ver el lugar, el edificio, el portal desde donde hicieron el túnel hasta el centro de la carretera, etc. Historia reciente.


En esa calle, oí una interesante conversación entre dos señoras de edad respetable que paseaban agarradas del brazo. Se ve que es barrio bien, porque, en lugar de hablar sobre los rumores de boda de la duquesa de Alba o sobre Belén Esteban, la una le decía a la otra que, de la Biblia, el Apocalipsis era un poco difícil de entender pero que el evangelio de Lucas era muy bonito y fácil de leer.


A la tarde, tras pasear por El Retiro, donde un par de negros me hicieron gestos que entendí como ofertas de costo, y después de comer, me dirigí a otro de esos grandes focos del turismo madrileño, la calle Montera. Muchos compran (oro) y muchas venden (su cuerpo), un gran bazar en definitiva, un tanto deslucido por las obras. Todo por molestar a las putas, mil cámaras, cientos de policías y, además, vallas y zanjas por todas partes.


Las zonas de putas para los hombres son lo que las obras para las mujeres, un lugar donde, paseando, te aseguras oír piropos, eso sí, más interesados y falsos que los provenientes de los obreros. Unos amigos que pasaron por allí recientemente me contaron que a un calvorota de su cuadrilla le decían "chstt, sin pelo, sin pelo", dudaron si le llamaban haciendo referencia cariñosa a su calvicie o si le estaban ofreciendo su pubis rasurado. A mí no me ofertaron esa variante, así que optaremos por la primera alternativa.


Tengo que decir que las putas en cuestión están, en general, de muy buen ver y son muy jovencitas. No diré nada de lo extraño que me parece la cercanía de una zona de prostitución a plena luz del día, a 300 metros de la puerta del Sol, que de eso ya habló Arturito en El Semanal, recientemente. Un fenómeno así tenía que observarlo con detenimiento y una terraza con vistas al mercadeo me lo puso en bandeja; hablaría de un perfil tipo de cliente, pero no lo hay, salvo la coincidencia en que todos eran tíos. Jóvenes, muy jóvenes, maduros, viejos, españoles, inmigrantes,... También apareció la figura del abuelo cebolleta, sin posibles o sin facultades para echar un polvete cada día, pero con manos largas y con su simpatía, que le permitía que las putas no le pusieran problema alguno en dejarse tocar por él, entre juegos y risas.


La procedencia de las putas parece ser del Este de Europa, por su aspecto, también hay sector Negras. Y espero no parecer simple diciendo que creo que están haciendo lo que quieren hacer, la juerga que se traían entre ellas, sus bailes, sus juegos, no hacían indicar que estuvieran explotadas, obligadas o haciendo algo que les desagrada profundamente. Que también podrían trabajar en Zara, fregando portales, de camareras, o en cualquiera de las muchas oficinas de Mutua Madrileña (por no ser políticamente incorrecto).


Por lo demás, seguí con mis encuentros con famosos, el director de cine Jose Luis Cuerda fue el siguiente. Paseé por los alrededores de la Plaza Mayor, calles con encanto, una de ellas era toda una calle de comercios chinos, desde las clásicas tiendas de alimentación hasta una peluquería.


Y a la noche, tenía una gran cita con la presentación de la serie Cuéntame, se presentaba en un cine de la Gran Vía, y ahí estuve, en plan fan, haciendo fotos a todos los actores y actrices. Así que, mi nómina de "famosos" se vio notablemente incrementada con los Imanol Arias, Ana Duato, Juan Echanove, los niños, la abuela, y toda la cuadrilla. Me hizo ilusión.


Continuará....


sábado, 6 de septiembre de 2008

Un mirón en Madrí (I)


Yo entiendo que una visita a Madrid no da para un artículo, pero si se sabe mirar y escuchar y no se tiene ninguna prisa ni recorrido preestablecido, se le puede sacar jugo al asunto.


La primera impresión al llegar a la capital del estado opresor es que se trata de una ciudad excesivamente policializada y controlada. En ninguna otra ciudad he visto tanta policía, y tal acoso al inmigrante, yo no sé si con esto de la desaceleración/crisis, se quieren deshacer de unos cuantos para dar trabajo al español, pero las escenas de petición de documentación a inmigrantes han sido continuas. Además, la fluidez y rapidez con que éstos sacaban la cartera ante la aproximación de un agente de la ley me hace pensar que cada uno de ellos tiene que pasar por este trago unas cuantas veces a la semana.


El gesto de los policías poniéndose los guantes cuando se acercaban al "sospechoso" tampoco ayuda a hacer un poco más grata la experiencia, supongo. Entiendo el protocolo en un caso de atención a un herido, pero para pedir la documentación, un tanto excesivo me parece, aunque vaya después acompañado de cacheo, que con los guantes se vería reducida la sensibilidad del agente, digo yo.


Pero, en general, la presencia policial, como digo, es muy importante: municipales, nacionales, en todas partes los veía. Y dónde no estaban, o incluso también donde estaban, centenares de cámaras de videovigilancia en todas las esquinas. Es fácil opinar que yo que, en principio, no delinco, no debería temer este clima de hiper-control, o que debería incluso estar satisfecho pues nos protege de "los malos". Sin embargo, no me satisface ese clima, una ciudad en la que hay que poner tantos medios para mantener la paz social, y aún así no se alcanza el objetivo, habla mucho de la sociedad que la habita. A mí me pareció asfixiante.


Mi ruta del miércoles, intensa, empezó allá por Legazpi y avanzó en línea recta hasta el Santiago Bernabeú. Una buena caminata bajo un intenso calor. Poco que destacar hasta llegar al cogollito de Madrí, salvo la impresión de que el comercio goza de una buena situación en Madrí, pocas lonjas vacías en el recorrido. Al llegar a Atocha, una marabunta de taxis llamó mi atención, pareciera una manifestación, pero no, todos iban con sus viajeros. Claro, entiendo que es un punto estratégico y de negocio para ellos, pero no exagero si digo que ocupaban todos los carriles y filas de unos 10 coches. Lo cual me parece un tanto extraño teniendo como se tiene un servicio de metro que, a mi parecer, funciona bien y llega a todas partes, pero el taxi está omnipresente en la capital, lo usarán quienes no desean ser rozados por la chusma del suburbano....


Otro elemento que me llamó la atención en esa glorieta es la publicidad de unos helados, que decía algo así como "Aprende a utilizar la lengua", extrañamente no tenía ningún comentario añadido, claro, con tanta cámara, a ver quién se atreve a escribir un comentario.


Llegando al ministerio de defensa, me encontré un importante despliegue, incluyendo guardia de marineritos en la puerta en marcial posición. Suponiendo que alguien importante iba a llegar y ávido de comenzar mi visión de famosos, indispensable en toda visita a la capital, me paré a observar. Yo y unos cuantos obreros que trabajan en la rehabilitación de un edificio cercano. Entonces, sucedió algo muy revelador. Un militar, marinerito él también, supongo que de mayor rango y con responsabilidades protocolarias, se enervó sobremanera al detectar un coche parado en las cercanías, un coche que traía bocatas a los obreros, según comprobé. El grumetillo se puso como un energúmeno gritando que ese coche no podía estar ahíííííííííííííí, que va a llegar la ministraaaaaaaaaaaaaaaaa. Esto me sirvió para enterarme de quién venía y para comprobar el enorme salto entre 2 mundos. No era una cuestión de seguridad, el coche no estaba ni siquiera en la trayectoria de la ministra, que llegaba por abajo, mientras que el coche paró, un momento, a unos 200 metros por arriba, era que afeaba la recepción. Qué feo meter prisa al coche que traía alimento a los obreros porque llegaba la Ministrísima.


Luego seguí Castellana arriba, o abajo, no sé, que siempre hay discusiones en estos casos, bueno hacia el norte. Y es increíble ver la enorme cantidad de edificios oficiales, rascacielos de oficinas, y chupasangres encorbatados que circulan por ahí. La administración española será sin duda una de las más extensas y repartidas en departamentos, subministerios, delegaciones, subdelegaciones, centros y subcentros. Otra conclusión que saqué es que hay que ver lo que maneja la Mutua Madrileña, muy presente en esos edificios.


Con esto de la ley anti-tabaco, las calles sembradas de oficinas, como ésta, están muy animadas a cualquier hora, son legión los fumadores y fumadoras que pueblan las aceras. Los que tengan que bajar del piso 35 a fumar ya invierten tiempo en su vicio. Espero que los no fumadores tengan alguna compensación similar o les permitan darse una vueltica por la zona, al menos.


Otra cosa que llamó la atención a este paleto que escribe fueron los malabaristas de semáforo, había visto vender pañuelos, limpiarte la luna aunque no quieras o pedir dinero simplemente. Pero me pareció original lo de ponerse en el paso de cebra, hacer un espectáculo de malabarismo a los conductores y pasar después la gorra. Juegan aquí con el efecto de culpabilidad del espectador involuntario del show, que se ve a sí mismo como un tacaño injusto, incapaz de agradecer como se merece el esfuerzo del malabarista que ha tenido ese detalle con ellos, de deleitarles el atasco durante unos minutos y sacarles de la monotonía de claxones y mala hostia generalizada.


Continuará....