sábado, 6 de septiembre de 2008

Un mirón en Madrí (I)


Yo entiendo que una visita a Madrid no da para un artículo, pero si se sabe mirar y escuchar y no se tiene ninguna prisa ni recorrido preestablecido, se le puede sacar jugo al asunto.


La primera impresión al llegar a la capital del estado opresor es que se trata de una ciudad excesivamente policializada y controlada. En ninguna otra ciudad he visto tanta policía, y tal acoso al inmigrante, yo no sé si con esto de la desaceleración/crisis, se quieren deshacer de unos cuantos para dar trabajo al español, pero las escenas de petición de documentación a inmigrantes han sido continuas. Además, la fluidez y rapidez con que éstos sacaban la cartera ante la aproximación de un agente de la ley me hace pensar que cada uno de ellos tiene que pasar por este trago unas cuantas veces a la semana.


El gesto de los policías poniéndose los guantes cuando se acercaban al "sospechoso" tampoco ayuda a hacer un poco más grata la experiencia, supongo. Entiendo el protocolo en un caso de atención a un herido, pero para pedir la documentación, un tanto excesivo me parece, aunque vaya después acompañado de cacheo, que con los guantes se vería reducida la sensibilidad del agente, digo yo.


Pero, en general, la presencia policial, como digo, es muy importante: municipales, nacionales, en todas partes los veía. Y dónde no estaban, o incluso también donde estaban, centenares de cámaras de videovigilancia en todas las esquinas. Es fácil opinar que yo que, en principio, no delinco, no debería temer este clima de hiper-control, o que debería incluso estar satisfecho pues nos protege de "los malos". Sin embargo, no me satisface ese clima, una ciudad en la que hay que poner tantos medios para mantener la paz social, y aún así no se alcanza el objetivo, habla mucho de la sociedad que la habita. A mí me pareció asfixiante.


Mi ruta del miércoles, intensa, empezó allá por Legazpi y avanzó en línea recta hasta el Santiago Bernabeú. Una buena caminata bajo un intenso calor. Poco que destacar hasta llegar al cogollito de Madrí, salvo la impresión de que el comercio goza de una buena situación en Madrí, pocas lonjas vacías en el recorrido. Al llegar a Atocha, una marabunta de taxis llamó mi atención, pareciera una manifestación, pero no, todos iban con sus viajeros. Claro, entiendo que es un punto estratégico y de negocio para ellos, pero no exagero si digo que ocupaban todos los carriles y filas de unos 10 coches. Lo cual me parece un tanto extraño teniendo como se tiene un servicio de metro que, a mi parecer, funciona bien y llega a todas partes, pero el taxi está omnipresente en la capital, lo usarán quienes no desean ser rozados por la chusma del suburbano....


Otro elemento que me llamó la atención en esa glorieta es la publicidad de unos helados, que decía algo así como "Aprende a utilizar la lengua", extrañamente no tenía ningún comentario añadido, claro, con tanta cámara, a ver quién se atreve a escribir un comentario.


Llegando al ministerio de defensa, me encontré un importante despliegue, incluyendo guardia de marineritos en la puerta en marcial posición. Suponiendo que alguien importante iba a llegar y ávido de comenzar mi visión de famosos, indispensable en toda visita a la capital, me paré a observar. Yo y unos cuantos obreros que trabajan en la rehabilitación de un edificio cercano. Entonces, sucedió algo muy revelador. Un militar, marinerito él también, supongo que de mayor rango y con responsabilidades protocolarias, se enervó sobremanera al detectar un coche parado en las cercanías, un coche que traía bocatas a los obreros, según comprobé. El grumetillo se puso como un energúmeno gritando que ese coche no podía estar ahíííííííííííííí, que va a llegar la ministraaaaaaaaaaaaaaaaa. Esto me sirvió para enterarme de quién venía y para comprobar el enorme salto entre 2 mundos. No era una cuestión de seguridad, el coche no estaba ni siquiera en la trayectoria de la ministra, que llegaba por abajo, mientras que el coche paró, un momento, a unos 200 metros por arriba, era que afeaba la recepción. Qué feo meter prisa al coche que traía alimento a los obreros porque llegaba la Ministrísima.


Luego seguí Castellana arriba, o abajo, no sé, que siempre hay discusiones en estos casos, bueno hacia el norte. Y es increíble ver la enorme cantidad de edificios oficiales, rascacielos de oficinas, y chupasangres encorbatados que circulan por ahí. La administración española será sin duda una de las más extensas y repartidas en departamentos, subministerios, delegaciones, subdelegaciones, centros y subcentros. Otra conclusión que saqué es que hay que ver lo que maneja la Mutua Madrileña, muy presente en esos edificios.


Con esto de la ley anti-tabaco, las calles sembradas de oficinas, como ésta, están muy animadas a cualquier hora, son legión los fumadores y fumadoras que pueblan las aceras. Los que tengan que bajar del piso 35 a fumar ya invierten tiempo en su vicio. Espero que los no fumadores tengan alguna compensación similar o les permitan darse una vueltica por la zona, al menos.


Otra cosa que llamó la atención a este paleto que escribe fueron los malabaristas de semáforo, había visto vender pañuelos, limpiarte la luna aunque no quieras o pedir dinero simplemente. Pero me pareció original lo de ponerse en el paso de cebra, hacer un espectáculo de malabarismo a los conductores y pasar después la gorra. Juegan aquí con el efecto de culpabilidad del espectador involuntario del show, que se ve a sí mismo como un tacaño injusto, incapaz de agradecer como se merece el esfuerzo del malabarista que ha tenido ese detalle con ellos, de deleitarles el atasco durante unos minutos y sacarles de la monotonía de claxones y mala hostia generalizada.


Continuará....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aupa majos,
Viva la capital opresora.

Mañana de nuevo viaje a Pamplona y fin de semana en la colina. Y con mujer claro.

A mi la presencia de la policia (o sea solo la presencia) cada día me resulat más opresiva. Cada día es mayor el divorcio entre los ideales que representan y lo que yo percibo. (En el aeropuerto pite en el arco y como el picoleto estaba contando el polvo o el casi polvo del día anterior no me hizo repetir. Como se lo curran). De verdad que aqui no hay policias, pero tenmos dos yonkis y algunos borrachuzos a la puertas del supermercado.

A lo que iba, el día que me robaron las zapatillas mientras me duchaba en el centro civico hegoalde, y los porteros fueron incapaces de encontarr el instante en el que el ladron entraba al vestaurio, a pesar de estar todo grabado, tengo la certeza de que las camaras son disuasorias solamente, pero para nosotros, los que tenmos miedo y cosas que perder y nos intentamos mantener dentro d ela ley.

(Hoy me he tomado unos pacharanes, que me sobrarond e la boda, e igual lo estys notando.)

Desde muy muy lejos.

Besos

LaNegra dijo...

Pues yo... será porque ya me he acostumbrado, pero no veo tanta policía en la capital (opresora). Supongo que cuando llegué hace mucho, mucho tiempo, me llamaba la atención, pero con los años una va desarrollando un instinto para, de un vistazo rápido distinguir entre:
- Guardias Civiles,con poca autoridad en Madrí capital.
- Nacionales,tienen más que decir, pero antes se entretenían con los sintecho y ahora hacen lo propio con los inmigrantes. Si a esto le sumas que los maderos no tienen competencias de tráfico, a mi me ignoran.
- Los Municipales (alias Guindillas), estos son los peores. En estos sí que me fijo. A estos los he visto yo tirar al suelo y pisarles la cabeza a unos incautos españolitos de a pie que paseaban por el Rastro sólo porque estaban en la mitad del camino mientras ellos perseguían a un inmigrante. Imagino que ellos pensarían que a los estaban defendiendo de él. Son lo puto peor.
- Los agentes de movilidad. Esos no llegan ni a policía...

Total, que como cada uno me parece de su padre y de su madre, no los hago ni caso...

Federiko, quizá tenga usted razón, y la capital opresora nos deshumaniza...