Sr. Milhouse: ¿20 años en la empresa y sólo "hasta luego y suerte"?
Jefe de personal de la empresa de galletas: uhmmm, no recuerdo haber dicho "suerte".
Este diálogo extraído del capítulo de ayer de Los Simpsons y que estuvo a punto de provocar mi atragantamiento del ataque de risa con que lo celebré, ha sido el impulso final para decidirme a plasmar por escrito mi pequeña e inocente venganza contra una miembra de esa sub-especie que forman los Responsables de RR.HH.
Antes de nada, habrá que explicar que la individua en cuestión fue la que me dio la noticia hace algo más de un año de que prescindían de mis servicios en la empresa donde trabajaba. Aunque ya sentía cierta animadversión para con ella, fue esa experiencia directa la que me hace ponerle en un pedestal (Koma cantaba: ".... mi jefe se merece un monumento, en todo lo más alto del cementerio....", cita que venía a cuento pero que no tiene porque ser compartida en lo literal por éste que escribe).
La sujeta es desagradable, nada tengo contra las feas, las desagradables me cargan más y sí, estamos ante un ejemplo claro de desagradable. Motivos obvios me impiden poner una foto de la interfecta, por ello he optado por ilustrar el post con una foto al azar. Su desagradabilidad (con permiso de la RAE) es física pero también se manifiesta en su carácter, habrá quien diga que esto va en el puesto, pero no, también he conocido a jefes de personal con un carácter absolutamente afable y cercano.
Mi punto de vista lo resumo con una frase que alguno de mis 4-5 lectores/as estará harto de escuchar y es la siguiente: quizás tenga que haber verdugos, pero yo nunca opositaría para ese puesto. Sí, en Texas habrá alquien que se dedique a pulsar el interruptor de la silla eléctrica y contará a sus amigos en el bar que "alguien tenía que hacerlo", pero seguro que hay disponibles empleos más dignos: pocero, enterrador, capador de cerdos, mamporrero, puta,... Y bueno, ya pongámonos en lo peor, pongámonos en que se acaba de responsabla de RR.HH. en una multinacional. Pues hasta en ese caso puede uno hacer más llevadero a la gente los malos tragos.
Pero no, la estirada en cuestión aparta sus emociones, si es que las tiene, y, con la eficacia por bandera, decide hacer de un despido una cuestión humillante, impersonal y burocrática. Yo no llevaba 20 años como el pobre Sr. Milhouse pero ya había pasado 4 años en esa empresa, con algún sacrificio que otro, y la fulana (de fulanaymengana, no confundir con ese respetable oficio) resumió esos años con una carta en la que los únicos campos personales supongo que eran el nombre y el puesto que desempeñaba, lo demás me imagino que era una carta fórmula. Por dar a conocer los antecedentes, la víspera de mi día D, la dirección nos reunió a todos para, al final de una larga charla en la que nos contaron cómo iba la empresa, con sus números, sus beneficios, sus pérdidas, etc., dejar caer como dato anecdótico que nos iban a echar más o menos al 20 % de la gente. Una noticia así debería habernos hecho saltar en el momento, preguntar, protestar, algo así, en lugar de eso se hizo el silencio más absoluto y el gerente, la señora esta y alguno más se dedicaron a escrutar las caras del personal después de haber soltado la bomba, con cierta jactancia en mi opinión.
¿Seré yo, seré yo?, nos preguntábamos cual apóstoles en la cena aquella. Yo tenía bastantes papeletas para estar en el 20%, pero pensaba que nos darían más tiempo a asumirlo y preparar la estrategia. No sé, la gente tiene una vida, unos créditos, una familia, cositas... Pero no, se decidió que esa amenaza no podía quedar en saco roto y que todo el mundo debía darse cuenta de que la cosa va en serio y que podían sacar réditos del pánico generado. Por que me eligieron a mí para ser el primero de la lista es lo de menos, porque era el peor, porque era mi departamento el que había que aligerar con más urgencia, lo que sea. El caso es que tengo claro que fue un acto ejemplarizante en el que no se contó con el daño que podían hacer a la persona. Claro, porque el concepto "persona" está siempre presente en estos departamentos, que si Dpto. de Personal, que si Recursos Humanos, pues en muchos casos, sólo parecen quedarse con el concepto Recursos y olvidan que esos recursos son humanos, es decir que no pueden ser tratados como cualquier otro recurso, como el tippex, como los ordenadores, como las materias primas, etc.
En el acto de despido, convenientemente escenificado, con un estado de hundimiento importante y visible por mi parte, y ante mi negativa a firmar la carta de despido (un derecho y un minúsculo acto de rebeldía), la inhumana dejó soltar esa frase de: "Bueno, que sepas que firmes o no, el resultado es el mismo". Preguntada al día siguiente por un compañero si ella dormía bien a las noches tras algo así, la eficaz dijo que "son muchos años ya dedicándome a esto", pues que triste me parece reconocer que su vida profesional le ha convertido en alguien insensible, nada empática y carente de emociones.
No me voy a extender en más detalles de las circunstancias particulares de lo mío a fin de no aburrir al personal, ya ha servido de pequeño desahogo y a ver si retomo mis escrituras por aquí.
La muy asquerosa....