No soy muy amigo del pescado, y hay experiencias que marcan. Estábamos ahí acaramelados celebrando una cena en un buen restaUrante de la ciudad, cuyo nombRe no dIré para no verme Zaherido por algunA queRella (la palabra zaherido, obviamente no encaja, pero palabras con Z que encajaran hay pocas), cuando sucedió el hallazgo. Optamos por un menú degustación, que tenía de todo un poco y todo apetecible.
Era un medallón de rape a la no se qué, y ciertamente, a pesar de estar ligeramente salado, estaba disfrutando del plato. Mi preocupación, infantil, lo reconozco, a la hora de comer pescado son las espinas y ahí andaba yo escrutando bien el pescado, absolutamente limpio de espinas por otra parte. Pero durante mi disección del pescado, vi un elemento extraño, como un hilito rojizo que aparté, por si era una venilla (tienen venillas los peces?), pero el hilito se movió en la salsa, era un parásito. Buscando en la red, y comparando, creo que era el famoso anisakis, bastante dañino para los alérgicos y potencialmente peligroso para cualquiera si se te cuela hasta los intestinos.
El camarero, muy amable, preguntó si nos había gustado cuando recogió el plato, le hice ver que sí, pero que había encontrado un ser vivo, que señalé con el tenedor. Bastante azorado, acudió a cocina donde le dijeron, según nos comunicó, que era una larva del pescado, que a veces se cuelan, que son difíciles de ver, que eso muestra que el pescado es fresco, pero que no era nada tóxico. Salvo esta última afirmación, discutible cuanto menos, lo demas es cierto, nada que reprochar. También que iban a comentárselo al pescatero que les vende el pescado y que tendrían un detalle con nosotros por el desagradable hallazgo.
El morbo era saber en cuánto valoraban ellos este desagradable hallazgo, ¿nos saldría gratis la cena?, ¿nos invitarían a los cafés?. Lo cierto es que a partir de este incidente, el camarero cambió su actitud, hasta entonces extremadamente educada y distante, lo que se espera más o menos en un restaurante de cierto lujo, pasando a una actitud de colegueo que chocaba. Por poner un ejemplo, a la hora de sacarnos el licor de hierbas (pese a insistirme antes, sólo a mí, con esta frase: "Tómate un buen copazo de algo bueno, hombre"), nos dijo, con la sonrisa en la boca: "Ahí la tenéis, a ver si la acabáis, a ver si hay cojones". Supongo que todo ese colegueo era un intento por quitar hierro al asunto, pero a mí me resultó hasta cierto punto violento.
Finalmente, tengo que decir que el menú, salvo por este incidente, que puede marcar, y de hecho ha marcado de modo que si alguien me pregunta por el restaurante, será sin duda lo primero que cuente, y por los postres, un tanto flojos; fue muy digno y original.
El caso es que, según he leído, el parásito, si ha entrado en el organismo, que ya me extrañaría con el cuidado que puse a la hora de comer el rape, puede manifestarse hasta 1 semana después, ya les contaré. Menos mal que no soy hipocondríaco, ah no, que sí que lo soy.
Y el detalle final. 8 euros de menos en la factura y el licor de hierbas a discrección gratis, pero cualquiera se tomaba más de un chupito, puro fuego.