sábado, 6 de marzo de 2010

Asco


No os entenderé nunca, es uno de los saltos que más vértigo me dan, el de llegar a vuestras mentes, no comprenderé que disfrutéis fumando y de todo lo que le rodea.


Cuando recientemente, después de una exquisita comida, algunos sacaron sus cigarros al soniquete de "cómo apetece ahora un cigarrillo, después de una buena comida", y acercaron ese asqueroso cenicero lleno de agua negra y colillas, pensé que qué difícil era ponerme en su piel, en su boca, en sus pulmones, en su cuerpo. Anhelar llenarse de acetaldehído, acroleína, acetona, naftamalina, pireno, metanol, dimetilnitrosamina, naftalina, nicotina, cadmio, monóxido de carbono, benzopireno, cloruro de vinilo, mercurio, plomo, alquitrán, DDT, estireno, polonio 210, butano, fenol, dibenzacridina, arsénico, tolueno, uretano, amoniaco, toluidina, ácido cianhídrico, etc....


Ante el probable argumento en mi contra de que los tubos de escape de los coches también expulsan todo eso y sustancias más nocivas, diré que nunca se me ocurriría aspirarlas voluntariamente y para mí sólito. E insisto, menos aún, después de una exquisita comida.


Hay miles de argumentos, ninguno de ellos moralista, de hecho nunca despotricaré contra los consumidores puntuales de cannabis, los que se meten rayas, etc., pero lo del tabaco me crispa especialmente y la imagen de un cenicero lleno de colillas me parece una imagen suficientemente impactante para dejarlo. En mi trabajo han puesto un minicenicero a la puerta, cuyo vacíado y limpieza parece no ser tarea de nadie y por tanto nadie lo hace, aborrezco esa imagen.


Pd: De hecho, la foto de este post la sustituiré en cuanto logre su objetivo de impacto, me da asco.

1 comentario:

Api dijo...

tú le cuentas esto a mi médica de cabecera y te abre expediente en salud mental.