sábado, 8 de marzo de 2008

Matar

Supongo que reflexiones como ésta se dan por hechas, pero viviendo uno en el país que vive parece inevitable sentirse más implicado, y más cuando en sus comunicados pretenden hablar en nombre del pueblo vasco, ese ente.

Contradiciendo a la frase hecha, en este caso, hay una línea enormemente gruesa entre matar y cualquier otra forma de llevar a la práctica una hipotética resistencia. Y creo que la motivación para cruzar toda esa enorme línea tiene que estar basada o bien en una irracionalidad absoluta o bien en unas dosis inmensas de odio que no entiendo cómo puede llegar a nacer. O en ambas causas.

Porque, matar, no puede ser sólo concebido como una estrategia, que puede llevar al éxito de una manera más eficaz. Es toda una decisión, la de considerar que eso, llamésmole "eso", justifica acabar con la vida de alguien, destrozársela a su familia y convencerse de que sólo se trata de daños colaterales para llegar a su objetivo. Ojo, lo mismo pienso de los llamados daños colaterales de la violencia "legítima", la de los ejércitos...

Si yo me estremezco cuando leo que su mujer e hija bajaron a la calle al ver lo sucedido y que intentaron taponar sus heridas con su cuerpo a la desesperada, mientras le decían que sobreviviría y él les negaba con la cabeza; pienso que el ejecutor, si está hecho de una materia parecida a la mía, que así lo supongo (al fin y al cabo no seremos tan diferentes en genética ni en el ambiente en el que hemos crecido), con el plus de la responsabilidad en esos hechos tan tremendamente dramáticos, debe de estar protegido con una coraza tan enorme como esa línea de la que hablaba antes para que no le toque la fibra, que alguna le quedará. Es esa coraza la que me descoloca absolutamente.

Y el caso es que hay matices, muchos e importantes matices que, por ejemplo, me impiden participar en una concentración o manifestación compartiendo espacio con ciertos personajes o partidos que muestran un enfoque muy distinto al mío del concepto de paz, justicia o libertad.

Pero no es momento de matices. Es momento de lamentarse de que volvamos tantos años atrás en siniestro viaje en el tiempo y de poner el granito de arena que podamos poner cada cual, por ejemplo, eligiendo con cuidadín las papeletas de mañana.

Las palabras de su hija, esta mañana, han sido impecables, y especialmente sobrecogedoras las últimas frases. Pocas veces, un "hijos de puta" estuvo tan justificado.

3 comentarios:

Api dijo...

Querido Federiko,

pocas veces he estado tan de acuerdo con usted. Ayer al salir del trabajo lo venia oyendo en la radio y esa fue la frase que más me tocó: la mujer y la hija intentando taparle las heridas. no te digo más que se me saltaban las lágrimas en pleno atasco.

por no alargarme, que suscribo todo su post.

mañana veremos.

LaNegra dijo...

Primer día que vuelvo a nuestros queridos blogs, después del viernes.

Como Api, suscribo.

Sólo un "matiz". Ese "hijos de puta" pronunciado por la hija me sonó chocante, creo que incluso mal, la primera vez que lo oí. Pero como los buenos poemas, o las buenas canciones, cuanto más la escuchaba, mejor me sonaba. Al final, lo he escuchado tantas veces que creo que fue perfecto: la palabra exacta.

Anónimo dijo...

AMEN