domingo, 2 de marzo de 2008

Roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos


Este mediodía me he apostado frente al televisor a ver los últimos segundos del partido de baloncesto entre el Tau y el ViveMenorca. Puesto que un punto les separaba sólamente, quería ver el desenlace del partido y esos segundos finales tan vibrantes de los partidos tan ajustados como éste.


El Tau ganaba por un punto y le tocaba lanzar tiros libres, 6 segundos para final del partido. El jugador botaba el balón, miraba a canasta reflexivo, dispuesto a tirar. Entonces me dí cuenta de un detalle, entre el público que se sentaba en el fondo opuesto, una señora se santiguaba continuamente antes de cada lanzamiento, supongo que con el objetivo de ayudar a que el jugador encestara. El jugador ha acertado sus dos lanzamientos y el Tau ha ganado el partido, aunque me temo que poco tuvo que ver la ayuda espiritual de la señora en cuestión.


Y que digo yo que ya son ganas de molestar a las Altas Instancias, con ruegos para que un tal Prigioni meta un balón por un aro. No sé, igual quitó recursos de otros centros de decisión allá arriba en el Cielo, algo más importantes quizás, una bala perdida que puede matar a un joven soldado en algún país lejano o no según decida el Altísimo, que un terremoto arrase un poblado matando a todos los lugareños o no, que la malaria acabe con 300 millones de personas o no. Si quiere algún ejemplo más cercano, tampoco tendrá dificultades para encontrar algo más dramático en lo que aplicar sus ruegos.


Puede que sea injusto y que esta mujer, ante cualquier situación así, procederá al santiguamiento, pero el hecho de que lo haga para que un jugador millonario enceste 2 tiros, gane así su equipo un partido más y así la directiva del club dé otro pasito en conseguir un título y, por tanto, más dinero, pues como que lo desvirtúa un poco. Bueno, también está su satisfacción personal, la de sentirse aficionada de un club y que éste gane, pequeña satisfacción me parece igualmente para derrochar tantos recursos.


Es un fenómeno que me cuesta entender, el forofismo. En este caso seguramente se darán dos, el forofismo religioso y el deportivo, los dos absurdos a mi parecer. Ver imágenes como las de ayer en que aficionados del Atlético se manifestaban contra su presidente porque, en un guiño humorístico, posó con la camiseta del Real Madrid en un periódico, o aquellas de hace unos años en las que Vigo y Sevilla se echaron a la calle para protestar contra el descenso de sus equipos de fútbol, me parecen tan pueriles... ¿No encontrará esta gente situaciones de injusticias mayores para dar gritos por la calle?.


En esta ciudad tan beata en la que vivo, afortunadamente en progresiva desbeatificación (basta con hacer una pequeña estadística de la media de edad de los parroquianos que salen de Misa), veo también a menudo a personas, normalmente de cierta edad, que se santiguan según salen por el portal de casa. Y me llama la atención profundamente, esa sensación de peligro que les debe de dar el exponerse al mundo exterior, el prescindir de la protección del hogar.


Porque es cierto que la calle es un lugar lleno de peligros: los coches, los trastornados que te pueden apuñalar sin motivo alguno, las macetas que se caen de las ventanas, etc.; pero el hogar tampoco es un lugar exento de riesgos: el resbalón en la bañera, la olla express que estalla, la asfixia por una mala combustión en la caldera. Procedería por tanto quizás otro santiguamiento al levantarse de la cama. Pero quién dice que estamos a salvo en la cama, miles de posibles causas de muerte súbita en pleno sueño, se nos puede caer la estantería donde reposan tantas vírgenes y santos (precisamente por su peso) sobre la cabeza mientras dormimos,... Un frenesí de peligros que nos harían ejecutar el "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" contínuamente. Yo creo que bastaría uno al año, al inicio, con las campanadas, y que se aplique para todo el año, más que nada por si nos olvidamos de alguno. Eso es lo que debería regular la Conferencia Episcopal, difundir un reglamento que permita a sus feligreses vivir más tranquilos y liberarles de tanto rito mañanero.


Dicho lo cual, vayan desde aquí mis ruegos a San Mamés (que preside este post, montado sobre su león), a quien supongo exclusividad en estas lides, para que el Athletic, en el partido que juega dentro de 1 hora contra el Almeria, arrase, ¿qué digo "arrase"?, arrasemos a los andaluces. Eso sí, con el permiso de San Indalecio, patrón de Almeria.

2 comentarios:

LaNegra dijo...

Qué decir, si hasta yo que forofa, forofa tampoco soy, he sentido lo del Madrí de hace un rato...
Yo aquí digo, lo que digo casi siempre, que yo lo que quisiera esta noche es tener un noviete del Madrí esperándome en la cama... para consolarle esta vez.

Api dijo...

Pues yo el sábado a la que despegábamos rumbo a Miamimiamol el señor de al lado de mi butaca (con grandes semejanzas al ministro Bermejo pero entrado en carnes) también se santiguó. Hasta aquí no me pareció raro (es un gesto muy repetido entre el pasaje en el momento de los despegues). Lo que me sorprendíó más es que cuando nos dieron la carta de vinos (viajes en bisnes es lo que tiene) especificó que él no tomaba alcohol.

Uy qué tio más raro, pensé, y seguí con el cava (Iberia es la única aerolinea que en lugar de dar champán da cava, lamentable).

El señor iba leyendo. Yo tenía cierta intriga por saber qué leía (diez horas de vuelo dan para eso y mucho más) y no fue hasta el final cuando descubrí que leía un manual de preguntas y respuestas sobre esoterismo y un libro que versaba acerca del camino del hombre. Y a palo seco. Efectivamente, hay gente para todo.