sábado, 18 de octubre de 2008

V-G / Biarritz / Lyon / L-T / Lyon / Biarritz /V-G (en 20 horas)

Esta semana he tenido otro viaje de trabajo. Rizando el rizo, me lo "propusieron" el martes a las 7 de la tarde, para salir de mi casa a las 3:30 de la mañana, a la France, zona de Lyon concretamente.

El motivo del viaje era un problema de calidad y, al margen de visitarles para recabar información in situ, pelotearles y, en definitiva, hacer acto de presencia y mostrar interés por el problema, debía llevar conmigo unas cuantas piezas para evitar el gran cataclismo del sector de automoción, LA PARADA DE LINEA DE UN GRAN CONSTRUCTOR DE AUTOMOVILES. O sea, que se pare una mega-fábrica de coches, con lo que eso supone de sanciones económicas y demás.

Las 3:30 es una hora muy mala para levantarse, no sabes si acostarte y dormir 3 horicas o quedarte viendo Buenafuente y diversas teletiendas hasta que llegue la hora (en un canal de TDT hay una interesante sex-teletienda donde se venden vibradores y bolas chinas con un tono muy divulgativo, el hombre que los expone habla de "nuestro clítoris" ó "nuestra vagina", debe ser un plural mayestático de esos). Decidí acostarme, pero me costó mucho dormirme, pensando en lo pronto que sonaría el despertador y en lo poco que a mí, en el fondo, me importaba que se parara una línea de una fábrica a 3000 kilometros de mi casa. Pero soy mercenario y ahí estaba yo, sacrificando mis horas de sueño por la empresa que me paga y para evitar que los currelas de esa fábrica se tomaran un día imprevisto de vacaciones.

La empresa tiene contratado un taxista para nuestro uso particular (el gerente volvió a pronunciar la palabra, dijo "vamos a llamar al tasis para que te recoja esta noche"), y él me llevó hasta el aeropuerto de Biarritz, desde donde salía. La primera sorpresa, una vez superada la sorpresa de que me hicieran levantarme a esas horas sin contraprestación extra de por medio, fue que hay aeropuertos que te puedes encontrar cerrados. Yo creía que los aeropuertos eran espacios NON STOP, que fueras a la hora que fueras estaban abiertos aunque con más o menos actividad, pero resulta que no, éste abría a las 5:30 y allí me quedé en la puerta, en medio de la nada, esperando a su apertura, sólo y somnoliento.

Ya me van tocando unos cuantos viajes de empresa y voy catando diversas compañías aereas, esta era la primera vez que cataba Air France, la clasificaré como regular en cuanto al papeo/refrigerios. En el number one, para mí, está Al Italia, sólo por su extraordinario zumo de naranja, que creo mezclado con pomelo para conseguir ese color rojizo.

El peso y el tipo de piezas hacía imposible subirlas al avión así que tuve que facturarlas, aún a riesgo de su pérdida y, por tanto, LA PARADA DE LINEA DE UN GRAN CONSTRUCTOR DE AUTOMOVILES. No hubo emoción, las piezas no se perdieron y llegaron a su destino a tiempo, sin que tuviera lugar el cataclismo.

Ahí me presenté yo, en la empresa, con mi indumentaria de visitas a clientes, elegante pero informal (lo mismo me sirve para las bodas a las que no voy de blusa que para las visitas a clientes), y no voy a aburrir con el transcurso de la visita y de sus frutos, que los hubo. Sólo hablaré de los chascarrillos, y sobre eso diré que me ponen las gabachas. Sé que es una generalización absurda, pero de las pocas veces que he estado en Francia siempre he sacado la misma conclusión, el morbo que me despiertan ellas y lo sosos que me parecen ellos. Destacaría que me gustan los labios de las francesitas, especialmente besables, prominentes, boquitas muy morbosas.

En cuanto a ellos, me atendió el prototipo de francés con el que he tratado siempre, joven, con gafitas, escaso en sonrisas y gestos afectuosos, educado hasta ser pesado,... Pero nos caímos bien.
Y tengo que decir que una de las operarias me hizo ojitos, en un momento dado me quedé sólo revisando mis piezas, allí en la fábrica y, a cierta distancia, una operaria me miraba fijamente, sonreía y movía los labios como pronunciando muy bien no sé qué palabras. Uno es un profesional y no se dejó intimidar por las circunstancias, siguiendo con mi trabajo. Sería por mi traje de visitas a clientes.

Los taxistas que me llevaron del aeropuerto de Lyon a L-T y viceversa me resultaron, en cambio, especialmente simpáticos, el primero de ellos asiático, el segundo un cincuentón nativo. Ambos hablaban muy bien inglés aunque me dijeron que eran la excepción, y con ambos llegué a mantener interesantes conversaciones, muy cercanas y afables, lo cual se agradece por sinceras y desinteresadas (no creo que vuelva a requerir de sus servicios).

Como shock final, en el vuelo de vuelta coincidí con un clon mío, y mira por dónde, que vive bien cerca, porque creo que era giputxi. Nos miramos raro. Pero él iba menos elegante.

2 comentarios:

LaNegra dijo...

Joder Don Federiko, estaba yo sopesando si tengo o no una opinión sobre las boquitas de las fracesitas y lo que la expresión me inspira, cuando, sin previo aviso, suelta usted:

"Ambos hablaban muy bien inglés aunque me dijeron que eran la excepción, y con ambos llegué a mantener interesantes conversaciones, muy cercanas y afables"

Y claro, sólo de pensar en mantener una conversación interesate, cercana y afable en inglés (lo de que además sea con un taxista, me parece rizar el rizo) y, además de ponerme a sus pies por esta su capacidad, me he quedado sin inspiración...

En este post me ha pasado como con mis estudios de idiomas, que llegó el inglés, y mis conocimientos de francés quedaron claramente relegados a un segundo y pobre plano.

Api dijo...

actualice el blog, federiko.