jueves, 23 de agosto de 2007

Inspirar, espirar


En relación con el post anterior, donde descubría mi trauma infantil (más bien adolescente) con el gazpacho, me decido a contar otro de mis traumas, este sí infantil y que me hizo pasar alguna noche en vela.


Realmente, no es nada dramático, pero es cierto que una de las habituales bromas de mi padre en la infancia provocaba en mí cierta inquietud.


Resulta que cada vez que aparecía la noticia de la muerte de algún personaje famoso o se moría algún vecino, etc., mi precoz hipocondría me hacía preguntarle por las causas de su muerte. Mi padre, casi siempre respondía muy serio que se había muerto porque se le había olvidado respirar.


Y yo, hasta que se me pasaba la paranoia, estaba muy atento a mi respiración, vigilando que en ningún momento se me olvidara inspirar y espirar. También me aseguré de que dormido no hacía falta acordarse porque aquello marchaba sólo.


No le guardo rencor.

2 comentarios:

Api dijo...

Piensa usted actualizar su blog alguna vez?
Por comentar...

Federiko dijo...

Cuanta presión, los artistas no creamos bien bajo presión. No esperará un buen artículito diario, eso sólo lo pueden hacer Manuel Alcántara y el difunto Umbral.