jueves, 27 de marzo de 2008

Si no fuera por estos pequeños placeres de la vida III


Doy continuidad hoy a la saga de "Pequeños Placeres", de la que hubo dos capítulos meses atrás.


Como en las series, recordaré los capítulos anteriores: uno de esos placeres era el masaje capilar semestral que me da mi peluquera. Tengo que decir que la situación ha mejorado en mi última visita, esta vez el masaje me lo dio una ayudanta, muy jovencita ella, guapísima ella, delicadísima ella con sus manos. Tiene que flipar desde su perspectiva con mis caras orgásmicas mientras acaricia mi cabeza.


En el primer capítulo hablaba del placer de ver pasar las horas del despertador el viernes noche, cambiando la hora en que sonará el sábado a la mañana y gozando por adelantado de esas horas extras de sueño. Pues también existe un plus de placer para éste. Dejando al margen los placeres mayores, es aún más placentero si el viento y la lluvia azotan la persiana acompañando los primeros minutos de posición horizontal hasta caer en el sueño.


Y de eso he gozado abundantemente durante estas vacaciones de Semana Santa, a partir del viernes fue la nieve y la lluvia lo que primó y frustró algunos de mis planes. Pero redescubrí ese pequeño placer de la lluvia, casi olvidado aunque parezca lo contrario, diga lo que diga el primo de Rajoy, lo del cambio climático es un hecho, al menos el cambio de estaciones entre sí.


De este placer quería hablar hoy, sin duda es placentero ese sonido que mece en la noche, especialmente cuando no existe la amenaza de madrugar, la lluvia golpeando la persiana, las gotas golpeando el portamacetas metálico, calorcito humano bajo las sábanas,..., maravillosa conjunción. Pero también me parece una gozada el paseo bajo el paraguas, ese paraguas que adopté al llegar a la madurez. El último día de vacaciones dí un paseo por la ciudad en pleno aguacero, me propuse hacer un recorrido laberíntico pasando por calles extrañas. De todos es sabido que un paseo urbano un domingo a la tarde es lo más parecido a un paseo por el patio de un hospital de depresivos, pues éste lo era aún más, puesto que veníamos de 6 días 6 de fiesta (por cierto, era lunes, pero como si fuera domingo). Pero lo disfruté enormemente.


Fue agradable comprobar que aún hay calles por las que nunca había pasado, calles que no tienen nada de especial, de barrios perdidos, con sus tascas, sus casas de ladrillo, sus comercios textiles que no me explico cómo sobreviven, etc. Al margen de la lluvia, éste es también otro "pequeño placer" del que disfruto, aunque no hay obviamente tantas oportunidades como en grandes ciudades, descubrir calles nuevas, por muy anodinas que éstas sean.


Volviendo a la lluvia, aparte de las sensaciones acústicas que esta provoca, están, claro, las visuales. Yo, particularmente, me quedo hipnotizado viendo las gotas cubriendo las ventanas y/o cayendo a la luz de las farolas. Otro de los fenómenos típicos tras temporales de lluvia y nieve como el que nos ha caído es la apertura de compuertas de los pantanos (de la sequía a las inundaciones en 4 días, oigan), los desbordamientos de ríos, etc. También soy asiduo espectador de esos espectáculos, y no soy el único; ayer, vencido por el morbo, pasé por la presa desde donde se vertía agua para aliviar la carga de los pantanos y había una auténtica multitud contemplando el desagüe. La naturaleza desbordada, pero bajo control, ejerce sin duda una gran atracción.

Pero, ciertamente, no ha sido para tanto, véase y oígase el siguiente video ilustrativo (los 2 primeros minutos sólamente): http://www.youtube.com/watch?v=GmfXWe85D9c . 4 gotas, oye...

3 comentarios:

LaNegra dijo...

Estimado Federiko,
veo que nuestras vacaciones han tenido finales cruzados, usted viajando a mi pueblo y yo a su ciudad.
Pequeñas casualidades - o cosas que pasan, que me gusta decir a mi - yo no me lo propuse, pero mis vacaciones también acabaron con un "recorrido laberíntico pasando por calles extrañas" de Siberia-Gasteiz, donde, efectivamente, pude "comprobar que aún hay calles por las que nunca había pasado".
En mi caso si era domingo, aunque aún no había caído la tarde. Lo que cayó fue nieve, en abundancia, y pintxos, en más abundancia si cabe.
Si no fuera por esos pequeños placeres de la vida....

Anónimo dijo...

Querido fede,

ayer salió la presa desembalsando agua en todos los teleberris - telediarios patrios que soy capaz de sintonizar. Y le busque entre la gente. A usted, a su coronilla y a su paraguas. No le vi.

Nota: si en Agosto viene al norte no se deje el paraguas. Yo sé lo que es llover todos los días.

EHHQR desde muy muy lejos.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.